sábado, 1 de mayo de 2010

" Guardiola sí sabe perder " Francesc de Carreras 01/05/2010

En política se puede hacer todo menos el ridículo". Una conocida frase irónica, contundente y lapidaria, aplicable a la política y a la vida en general. Pues bien, los tres partidos firmantes de la resolución del pleno del Parlament de Catalunya sobre la sentencia que les lleva de cabeza, más el cuarto que se ha añadido a la votación sin haberla firmado (a este último hay que añadirle el plus de incoherencia), están haciendo, entre otras cosas, el ridículo. Veamos.

De entrada, entre otras razones, estiman que la constitucionalidad resulta indudable porque el Estatut ha sido ratificado por el pueblo de Catalunya: quizás deberían en este punto disimular un poco. Este Estatut lo iniciaron ellos, lo negociaron ellos y, en el referéndum de ratificación, los que acudieron a las urnas no llegaron ni a la mitad del censo y fue aprobado por apenas un 36 por ciento del mismo. No hay, por supuesto, reproches a la legalidad del procedimiento, pero tampoco es como para presumir diciendo, por ejemplo, que el Estatut "ha alcanzado la máxima legitimación popular posible precisamente por haber sido refrendado por la ciudadanía". Aparte de que donde han escrito "legitimación", término procesal, supongo que se referían a "legitimidad", de muy distinto significado, el apoyo del pueblo de Catalunya al Estatut fue, y sigue siendo, perfectamente descriptible. Todavía no se ha convocado ninguna manifestación a favor del Estatut: por algo será.

En realidad, que no nos engañen: con todas estas maniobras lo único que intentan es salvarse a sí mismos. No olvidemos que fueron ellos quienes nos metieron en eso por meras razones tácticas y electoralistas, por sus propios intereses de partido y su afán de poder: primero, las tres fuerzas políticas del tripartito para aislar a CiU y alcanzar el gobierno de la Generalitat; después, la misma CiU al pactar con Zapatero para descabalgar a Maragall y, utilizando el Estatut, pretender alcanzar el mismo objetivo que los anteriores. Este es el trasfondo real de una tristepágina de nuestra historia y ahora los políticos que la han protagonizado quieren echar las culpas al Tribunal Constitucional. Por favor, más seriedad y menos cara dura. Con la soga al cuello están intentando salvarse a sí mismos.

Pero no sólo hacen el ridículo por esto, sino que muestran, además, o bien escasos conocimientos o bien simple cinismo: ¿cómo pueden afirmar que "promoverán todas las acciones a su alcance con el fin de conseguir que el tribunal se declare incompetente". Me gustaría que concretaran una sola de estas acciones para conseguir esta, a mi parecer, imposible finalidad, al menos por métodos legales y confesables. Me contentaría con sólo una.

Si no es así, el famoso acuerdo aprobado el jueves es pura palabrería, mero populismo. Guardiola pierde con más elegancia, con más dignidad.

" La Gran Manipulación " Fernando Ónega 01/05/2010

Lo peor que nos puede pasar en este trance del país es lo siguiente: que el juego de la oposición impida ver lo positivo y que el juego del poder intente tapar los problemas. Pues bien: eso es lo que está ocurriendo. Y ese es, al margen de las peripecias del Estatut de Catalunya, el amargo sabor que deja la semana política. Lo vemos y oímos a diario en todas las declaraciones. Pero resultó clamoroso en la sesión de control del miércoles en el Congreso. El señor Rajoy presentó los datos más negros de la economía, sin mostrar una sola luz, para llegar a la conclusión de que este Gobierno nos lleva a la catástrofe. El señor Zapatero no encontró un solo indicador negativo y presentó un panorama dulce, casi feliz, de salida de la recesión e inmediata creación de empleo. Uno vive en el infierno, otro está tocando las puertas del paraíso. Los demás, por lo visto, estamos en el purgatorio.


Dicen que es el juego político normal entre gobierno y oposición. Eso dicen. Pues yo me rebelo contra ese juego. No trato de comparar las responsabilidades de cada uno. Si hay alguien que tiene que pagar por el 20% de parados que se ayer se confirmó, por la falta de medidas eficaces, por la pérdida de solvencia del país y por todo lo demás, es el Gobierno. Ya lo está pagando en los sondeos. Y si hay alguien que ha de mostrar dureza, exigencia y toda su capacidad de sacar los colores al gobernante que da esos resultados, es la oposición. Pero, al mismo tiempo, los dos líderes tienen una obligación moral: elaborar sus análisis sobre la realidad global y objetiva, no sobre sus aspectos parciales. Es la única forma de hacer un debate solvente.


Zapatero y Rajoy presentan la realidad que les interesa. No se ponen de acuerdo ni en los datos. Sólo escogen para sus polémicas las cifras que les convienen. Convierten la dialéctica en una cuestión de fe, esperanzadora para socialistas, catastrófica para conservadores. Y eso es vulgar y descarada manipulación, desorienta a la opinión pública, desvirtúa la busca
de soluciones, hace imposible un acuerdo y tiene efectos perniciosos en la sociedad. ¿Quién se anima a invertir si el panorama que dibuja Rajoy es de ruina total? ¿Quién puede esperar una rectificación del Gobierno si el presidente está satisfecho de los resultados?Después llega Standard & Poor's y pasa lo que pasa: que para unos desautoriza a Zapatero, para otros es la razón otorgada a Rajoy, y la grave cuestión económica queda reducida a la caricatura de un combate entre dos. ¿Cómo no pensar que la rebaja de esa agencia no ha sido así una alegría para la oposición? ¿Cómo no sospechar que el PP celebra unos batacazos que le benefician en su credibilidad? Y, a la inversa, ¿cómo confiar en un Gobierno que sigue instalado cerrilmente en su optimista tranquilidad? Sumo todos los interrogantes de esta crónica, y me salen dos diagnósticos. Primero: ambos dirigentes están rozando los límites de la honestidad en sus mensajes. Y segundo: la manipulación de la realidad es la patología más grave que sufre la política de este país.