sábado, 5 de diciembre de 2009

"Buen Rollito" Gonzalo de Martorell 16/10/2009

Resulta que ahora, de repente, alguien en el Gobierno ha descubierto que se ha puesto en la calle a una generación de niñatos maleducados, vagos, malcriados y violentos. Y ha puesto el grito en el cielo, claro. ¡Incluso los medios y opinadores más declaradamente "progresistas" reivindican ahora el volver al respeto a la autoridad, a la exigencia en los estudios y al tratar de "usted" al profesor!
Que la buena educación y el sentido de la responsabilidad no son ni han sido nunca cosa ni de derechas ni de izquierdas...
En cualquier caso, reconforta saber que uno ya no es un facha y un carca... porque eso es lo que nos han llamado en infinidad de ocasiones a quienes llevamos años defendiendo exactamente lo mismo desde nuestras modestas tribunas.
De todos modos, seamos justos, el delito de "lesa educación" cuyas consecuencias pagamos tiene varios coautores materiales y varios cómplices necesarios.
Coautores son el Gobierno central y los autonómicos competentes al respecto -éstos y los anteriores, que quede claro que la cosa no viene solamente de ahora...- que han convertido las escuelas españolas en una casa de "tócame Roque" en la que estudiar o no daba lo mismo mientras se formara "conciencia nacional" en algunos casos y "conciencia buenrollista" en otros.
Que el sistema, tengámoslo claro, jamás ha buscado formar ciudadanos libres y críticos sino solamente hacer cantera de futuros votantes.
Todos iguales -zoquetes y empollones-, mucho colegueo con el profesor "uno más de la clase" y muchas canciones a la paz, a la madre tierra y a la solidaridad con los indios aymaras... que esto de la disciplina en la escuela es cosa de retrógados y de curas.
Y después están los grandes cómplices necesarios. Esos padres "enrollaos" que jamás tuvieron un "no" para sus retoños. Que convertían cada visita al centro comercial en una prueba material de su amor y jamás reprendían, no fueran a coartar la personalidad o causarle un trauma al angelito.
Esos padres superguays que se ufanaban en público de lo muy amigos que son de sus hijos y que, congestionados por la rabia, corrían inmediatamente a la escuela a escupirle a la cara al mezquino profesor que se había atrevido a castigar a su príncipe o a su princesa.
Y tenemos un tercer cómplice, claro. La legión de belenestebanes, dinios, granhermanos y demás analfabetos funcionales a quienes determinados programas de televisión han convertido en ejemplo de cómo conseguir notoriedad y dinero fácil siendo una escoria.
El mensaje va calando, poco a poco, pero inexorablemente: ¡No pasa nada por ser incapaz de decir más de tres palabras con sentido! ¡Cómo mola ser una ignorante! ¡Si hasta te haces famoso y todo! ¿Para qué narices voy a estudiar si me basta con dejarme preñar por un torero o enseñarle el palitroque a una folckórica para ganar mogollón de pasta? ¡Anda, fíjate, en la tele está saliendo un muermo hablando de cosas de cultura! ¡Vaya friki!
Tanto educar en la carencia de normas ha logrado, por supuesto, que cualquier tipo de autoridad -la que sea; la de policías, profesores, médicos, políticos, intelectuales o revisores del metro- se califique casi de inmediato y con una estremecedora frivolidad, por parte de algunos, como "fascismo" y como "fascistas" a quienes la ejercen.
(Confieso que no puedo evitar, siempre que escucho este calificativo, imaginar qué les hubiera deparado el destino a determinados botarates de haber tenido la infausta fortuna de vivir en un régimen fascista de verdad. Uno de esos en los que se estimulaba la supremacia de unos sobre otros, y la obediencia ciega y sin contemplaciones a la causa).
El caso es que conviene recordar -y a ver si también, aunque tarde, se da cuenta de esto quien proceda- que casi inmediatemente despues de la escuela y el instituto llega el coche o la moto... si antes no ha llegado el ciclomotor. Y nuestros padres de la patria siguen pensando aún que a estos conductores subproducto del sistema los podrá meter en vereda a base únicamente de radares y bonitos anuncios de televisión. Que el buen rollito bastará para que quienes no respetan a los maestros, de repente comiencen a respetar a los agentes de tráfico. Y que habrá suficiente con pedirles a los chavalotes y las chavalotas que apaguen el porrito justo antes de ponerse al volante.
Hasta que una educación vial seria, bien hecha, continuada y realista llegue a las escuelas desde preescolar, nada cambiará. Claro que siempre es más fácil obligar a circular a 80 por donde antes se podía ir a 120 y hablar de polución antes que de educación.
¡Buen rollito!
Publicado por Gonzalo de Martorell "Director de la revista MotoViva", el 16/10/2009 a las 10:00

miércoles, 11 de noviembre de 2009

"Alakrana" en el atolladero. Pilar Rahola 10/11/2009

Gracias a una de esas fuentes fiables que hablan en boca de otros, hemos sabido que Zapatero existe, y que, según parece, se dedica a alguna cosa. Es una buena noticia, porque después de tantos días de no saber por dónde para, qué hace y a qué dedica el tiempo libre, algunos ya estaban por reeditar la versión Moncloa de Buscando a Wally. Hubo un tiempo en que teníamos un presidente a la deriva, naufragando sin timón, por la tormenta perfecta de la crisis económica. Pero como todo es susceptible de empeorar cuando se está al borde del abismo, parecía que el presidente, emulando aquel viejo chiste del franquismo, había hecho un paso adelante. Pues no, tranquilos. Zapatero no ha caído por el agujero, sino que ha sido abducido por una fuerza extraterrestre. Y ya ha vuelto. O eso dicen, porque continuamos sin verlo, ni oírlo, sin conocer sus estrategias contra la crisis y, en definitiva, sin saber si alguien comanda la nave. Ahora dicen que alguien dijo que alguien lo vio hablando con el armador del Alakrana y prometiendo que devolverá a los piratas a Somalia. ¿Puede prometer eso? Alguien dice que alguien dijo que alguien ha oído que sí. Bueno es saberlo.

Y mientras Wally encuentra a Zapatero, el Alakrana sigue en el atolladero de un secuestro violento que ha conseguido extorsionar, política, judicial y económicamente, a un Estado democrático. La pregunta que formula LaVanguardia.es es muy difícil de responder. ¿Debemos negociar con los piratas? El corazón no tiene dudas, pero las dudas de la razón son de peso. Recordemos el brutal chantaje emocional a que fuimos sometidos cuando la vida de Miguel Ángel Blanco pendía del hilo criminal de ETA. No podíamos ceder. ¿Podemos ahora? ¿Podemos presionar a los jueces para que violenten la ley y devuelvan a unos criminales? ¿Puede hacer eso Zapatero? No, no puede sin saltarse las reglas de juego que rigen nuestra sociedad. Lo cual nos sitúa en una posición de alto riesgo: o ponemos en peligro la vida de 36 personas, o acatamos la ley de los piratas. El atolladero es demoniaco. Especialmente si, además, tenemos un gobierno con presidente missing y sumido en el descrédito. Dicho lo cual, algún día tendremos que hablar de los armadores que envían sus barcos más allá de los límites seguros y que ponen en riesgo la vida de sus pescadores. Tendremos que hablar de su negocio en zonas peligrosas. Cuando todo acabe, ¿no tienen nada que explicar? ¿Es lógico que un Estado tenga que proteger negocios privados en zonas de alto riesgo que están claramente delimitadas? ¿No deberían pagar el coste de dinero público que supone este rescate? Preguntas colaterales que haremos al día siguiente. Ahora lo prioritario es el retorno de estos marineros. La cuestión es cómo. Y no parece que haya ningún otro camino que la cesión al chantaje. Terrible dilema. O la vida o la ley.

Publicado por Pilar Rahola en “La Vanguardia”", el 10/11/2009

sábado, 17 de octubre de 2009

"Vamos mal, muy mal" Francesc de Carreras 17/10/2009

A la vuelta del verano, decíamos en una columna que este país, España, tiene un mal Gobierno y carece de oposición. Bien, hoy decimos lo mismo, pero, desgraciadamente, con unas cuantas razones más.

El espectáculo que está dando el PP, en concreto el que se ha desarrollado ante nuestros ojos durante los últimos ocho días, supera todos los límites imaginables. Un personaje grotesco como el tal Bigotes puede infiltrarse en las filas de tu partido para hacer negocios en lugar de política. Incluso puede ser que un presidente autonómico, remilgado y cursi, le diga por teléfono al personaje grotesco que es su "amiguito del alma". En fin, todo esto, y más, puede ser porque ya sabemos que el nivel de nuestra clase política actual más bien obtiene la calificación de "necesita mejorar" que la de "progresa adecuadamente". Pero lo que no puede ser es que el presidente del partido ande desde hace casi diez meses haciendo de don Tancredo, dándole vueltas al problema sin saber resolverlo. Si uno no sabe gobernar a los suyos, mal sabrá gobernar al país. Esta es la imagen que da Rajoy, enfangado en la Albufera de Valencia, hundiéndose cada vez más en ella, impostando la voz para parecer enérgico y disimular su incapacidad para hacer oposición, cuando tan fácil lo tiene por los visibles errores del contrario. Mientras, el Gobierno de Zapatero está enfrentándose a la crisis económica específica de España no sólo con ideas confusas sino claramente contradictorias. Todavía no he leído ningún artículo de algún economista solvente o insolvente, de derechas, de centro o de izquierdas, que sostenga que las medidas fiscales o de cualquier tipo del proyecto de ley de presupuestos sean las que convienen a la economía española. En general, todos suelen opinar que lo conveniente es lo contrario. También opinan lo mismo los grandes gurús de la economía mundial, incluidos los organismos económicos internacionales y la prensa económica extranjera. Modestamente, los que no somos economistas, sólo expertos en la sencilla economía casera, por puro sentido común también lo vemos así. ¿Estaremos todos, todo el mundo mundial, equivocados?

La última noticia sobre los presupuestos empeora aún la cosa. El Gobierno pacta para poder aprobarlos con el PNV y con Coalición Canaria, previo blindaje del concierto económico en un caso –caso que acabará en el TC, como siempre–, y la "inversión pública más importante de la historia" –Zapatero dixit– en las islas, doblemente, afortunadas, en el otro. Así no se gobierna.

Un país no puede ir bien sin una oposición seria y sin un gobierno sólido. La oposición está enzarzada en sus líos internos. El Gobierno, parlamentariamente débil, no tiene criterio en los problemas importantes y, además, se vende al mejor postor para seguir gobernando. Vamos mal, muy mal.

Publicado por Francesc de Carreras en La Vanguardiael 17/10/2009

jueves, 15 de octubre de 2009

"Tenemos lo que nos merecemos" Gonzalo de Martorell 16/08/2009

Los ves llegar en su coche oficial; encantados de conocerse, rodeados de adulación y cargados de autosuficiencia. A un lado, el secretario. Al otro, el jefe de prensa, esforzado cronista de las palabras que el prócer quiera regalar a la posteridad.
Se sientan frente a ti e intentan convencerte de que cuanto más prohiben, regulan, limitan, controlan y restringen, más libres somos.
Y que hacer pagar por lo que antes era gratis no tiene nada que ver con voracidad recaudatoria.
Siempre generosos con el dinero de los demás, llaman "redistribución" al derroche y "progresismo" al populismo. Equiparan igualdad con mediocridad, crítica con discrepancia y modernidad con estridencia.
Que la culpa es siempre de los demás. O sea: nuestra.
Y lo peor es que, al final, saben muy bien que donde no llegue su poder de convicción llegará su poder de subvención. Y que no pasará nada.
Y uno, claro, acaba teniendo serias ganas de ciscarse en ellos y en el sistema que pone ahí a unos botarates y botaratas que, en la mayoría de empresas privadas serias, no pasarían de la primera fase del proceso de selección de personal.
Oradores a los que cuesta elaborar frases con más de dos subordinadas...
Niñatos que han hecho carrera en asambleas donde había más intercambio de porros que de ideas...
Resentidos contra todo, siempre dispuestos a señalar a quién odiar...
Progres creciditos que, sin embargo, han sabido adaptarse a la era Post-Lennon...
Chicas monas "de cuota" cuyo mérito es, precisamente, ese...
Ya no nos gobiernan políticos en el sentido más puro y noble del término.
Ya no quedan Carrillos, Fragas, Suarez o Felipes. Gente, cada uno de ellos, con sus ideas, sus historias, sus aciertos y sus errores pero con sentido de Estado. Gente capaz de llegar a acuerdos con generosidad, pensando en el bienestar de las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Gente que entendía, probablemente, el concepto "libertad" de una manera diferente pero siempre como valor absoluto.
No, ya no quedan políticos de raza.
Ahora hay simplemente tecnócratas. Profesionales del medrar en el partido -el que sea- hasta que les caiga el cargo. Sin ideología. Sin convicciones. Sin escrúpulos.
Y lo cierto es que tenemos absolutamente lo que nos merecemos.
Hace mucho que aceptamos dejar de ser ciudadanos para convertirnos solamente en súbditos.
Hace mucho que aceptamos dejar de ser contribuyentes para convertirnos solamente en paganos.
Pagar y callar. Eso es lo que se espera de nosotros. Eso y que cada cuatro años, cuando llegan las elecciones, juguemos a esta "drôle de democracie".
Y nosotros, claro, a votar obedientemente "a los nuestros"... aunque "los nuestros" sean un verdadero desastre. Pero que no ganen "los otros". Y jamás plantearse, por supuesto, la posibilidad de que "los otros" puedan tener algo de razón.
Los españoles votamos "a la contra".
Los españoles, en realidad, casi todo lo hacemos "a la contra".
Esa es nuestra gran tragedia, nuestro gran lastre como nación.
Nos importa un bledo que cada vez seamos menos libres y más ignorantes. Lo que nos importa de verdad es que sean "los nuestros" quienes nos acompañen en este camino cuesta abajo.
Que los tecnócratas hayan acabado diciéndonos cómo debemos hablar, comer, follar, conducir,
navegar por internet o jugar con nuestros hijos, nos la repampinfla.
Nos da absolutamente igual que hayan decidido en qué Dios debemos creer, en qué idioma debemos hablar, a qué selección apoyar, qué emisoras sintonizar, qué películas ver, qué musica escuchar o cómo tenemos que divertirnos para ser sostenibles y multiculturales.
Nos la trae al pairo que hayan llenado las carreteras de radares y las ciudades de parquímetros y aún así hablen de todavía más sanciones, multas, impuestos y tasas.
Que la DGT ya anuncie a bombo platillo para otoño su flamante sistema de control de velocidad media por tramos a razón de 500.000 euros cada uno. Repito: medio millón de euros cada uno.
Se rentabilizarán rápido, no se apuren los lectores. Los planes de la DGT pasan por instalarlos primero en túneles y después en autovías y autopistas, donde se producen las mayores alegrías con el gas. La inmensa mayoría de accidentes ocurren, sin embargo, en carreteras secundarias.
Que cada uno saque sus propias conclusiones.
Y, ya puestos, que haga lo mismo respecto a la propuesta de los munícipes barceloneses de que las motos paguen por estacionar en las zonas azules.
Nada de eso es afán recaudatorio, por supuesto que no.
Claro que, al final, incluso eso nos dará igual... mientras sean "los nuestros".
Lo dicho: tenemos lo que nos merecemos.
Publicado por Gonzalo de Martorell "Director de la revista MotoViva", el 16/08/2009 a las 19:23

viernes, 12 de junio de 2009

"El PP Saca la Lengua" Pilar Rahola (13/05/2009)

A estas alturas, me parece posible afirmar dos cosas. La primera, que Mariano Rajoy es un superviviente, capaz de resurgir de sus propias cenizas. Sin ninguna duda, del Rajoy cabizbajo y tiernamente consolado por su mujer que aguantó en solitario el chaparrón de la derrota al altivo Rajoy actual dista un sorprendente abismo. El primero era un político en su peor momento, trémulo aspirante a emular las nimias gestas de Hernández Mancha.

Los adversarios ya construían el puente de plata, y los propios se lamían los afilados incisivos, preparándose para la batalla del poder. Unos y otros, y todos juntos daban por finiquitada la carrera política del hombre que Aznar había puesto a dedo, ungido por el poder supremo de su liderazgo. Un hombre a la sombra de un líder, sometido al espejo de su fracaso, ese era Rajoy no hace tanto. Y de golpe, el gallego amable levantó la tez, soltó lastre, envió a unos cuantos aznaristas a la jubilación forzosa, entabló batalla con la cólera de Aguirre, se rodeó de caras nuevas y, para sorpresa de todos, se reinventó a sí mismo. Sin ninguna duda hoy no es el final del dedo de Aznar, sino el principio de su propio liderazgo, cuya voluntad por centrar el partido y no caer en las sutiles trampas ideológicas que le pone Zapatero parece tener éxito. Desde luego, nada tienen que ver mujeres avanzadas como Soraya Sáenz de Santamaría o Dolores de Cospedal con aquellos Acebes y Zaplana que recordaban a la España que persiguió a los afrancesados. La prueba más notable de la emancipación política de Rajoy es la desubicación severa que padece el antiguo líder, José María Aznar, cuyo único protagonismo pasa por intentar arañar algún titular diciéndola gorda."Sobrevivir es vencer", dice un viejo lema de la política, y desde luego Rajoy, sobreviviendo, ha vencido. Hoy es el líder de su partido, ha conseguido dominar a las fieras interiores, ha mantenido el pulso con Zapatero, no ha cometido demasiados errores y ha abierto las expectativas de éxito electoral. ¿Conseguirá, además de reinventarse a sí mismo, reinventar a la derecha española y transmutarla de vieja derecha rancia y antimoderna en derecha europea? Sin duda, en toda la biografía del PP, Rajoy es el líder más capacitado para conseguir esa transformación histórica. Lo es... si no vuelve a tropezar con la piedra catalana. Es decir, el nuevo PP puede mostrar signos inequívocos de transformación, presentar caras amables de jóvenes líderes, no caer en los debates ideológicos estériles, romper con siniestros aliados mediáticos, y hasta puede surfear por encima del debate sobre el aborto, sin ahogarse. Pero si no supera el discurso atávico de la fobia catalana y no deja de apuntarse al tiro al idioma, no conseguirá abrir ningún capítulo nuevo en su historia. Si el "problema catalán" siempre ha sido el talón de Aquiles de la historia de España, el "problema catalán" es, también, el talón de Aquiles de la derecha española. Y ese talón ya le ha hecho perder las elecciones a Mariano Rajoy, tanto como se las hizo ganar a Zapatero. ¿No aprenden de la última lección catalana? ¿No sabe Rajoy que fue Catalunya el factor diferencial que convirtió en presidente a Zapatero? Y ello ¿no le dice nada? Desde luego, no milito en el pensamiento único catalán, que considera al PP el padre de todos los demonios. En Catalunya, hablar contra el PP sale gratis y generalmente da dividendos. Pero más allá de estos discursos maniqueos que intentan convertir a los votantes del PP en "malos catalanes", es evidente que el discurso del PP, respecto a Catalunya, contiene altas dosis de agresividad. Uno no puede pasearse alegremente por Sant Jordi y mantener el indefendible recurso contra el Estatut en el Tribunal Constitucional. Uno no puede presentar a Alicia Sánchez-Camacho -que indiscutiblemente es una cara amable y moderna-, y luego apuntarse a la delirante campaña contra el catalán en las escuelas, propia de los sectores más rancios del ultranacionalismo español. Uno no puede dar la mano a Cambó y después querer comandar las tropas de la Brunete. Y no puede por varios motivos. Primero, por lo dicho: porque Catalunya es la prueba del algodón de una derecha transformada; sin aprobar la asignatura catalana, el PP no aprobará su propia asignatura. Segundo, porque un partido serio, que quiere gobernar un Estado, no puede asumir como propia la mentira y la propaganda. Las campañas contra el catalán intentan dar una imagen delirante de la convivencia en las aulas, yuna imagen tortuosa de Catalunya. En Catalunya no existe un problema lingüístico, más allá del imaginario de algunos voceros ultras. Y eso debe saberlo un partido importante. Y finalmente, por una cuestión obvia: apuntarse al tiro al catalán puede proporcionar algún estridente titular, pero es hambre electoral para mañana. Porque estos discursos de confrontación sólo dan votos a los más radicales del espectro electoral, de manera que Rajoy, con este tema, trabaja para que gane Rosa Díez. Lo dicho, pues, Mariano Rajoy parece un líder nuevo para una derecha nueva. Pero del parecer al ser la distancia se llama Catalunya. Y, de momento, aún distan muchos pueblos entre ambos verbos.

"El Grito de Somaly Mam" Pilar Rahola (14/04/2009)

Aunque nuestras pupilas de primer mundo pueden dilatarse unos instantes,quizás conmovidas por su relato, lo cierto es que se trata de una historia corriente. Una niña nacida en cualquier lugar de Camboya, una etnia pobre y vulnerable, una infancia en riesgo a los 14 años, su joven cuerpo esclavizado y prostituido durante años hasta que un hombre se enamora de ella y la rescata de un prostíbulo de Phnom Penh. De hecho, ha tenido suerte. Muchas de sus compatriotas son vendidas secuestradas a partir de los cinco años, para ser usadas como esclavas prostitutas. Se llama Somaly Mam, preside la organización camboyana Acción por las Mujeres en Situación Precaria Afesip), ha sido amenazada de muerte por las mafias, y su libro sobre la prostitución infantil, El silencio de la inocencia, publicado en el 2006 en Destino, es uno de esos gritos brutales que estallan en el corazón de la conciencia, y se quedan para siempre. Pero como ella misma cuenta, su historia no es la peor, porque la mayoría de esas niñas no salen del infierno. Estas son sus propias palabras: “Le contaré la historia de Tomdy. Tenía ocho años cuando su hermana la vendió como esclava doméstica. Sus amos le pegaron tanto que se escapó y volvió a casa. Su hermana la volvió a vender a un burdel donde vendieron su virginidad durante una semana, luego la cosieron y la volvieron a vender como virgen, algo que recordaba con horror.
Pasó tres años en burdeles obligada a atender a quince clientes al día. Un cliente borracho pasó toda una noche golpeándola y no quiso pagar arguyendo que ella le había robado. La castigaron
metiéndola en una jaula. Cuando ya estaba inservible, con sida y tuberculosis, el proxeneta la abandonó en la calle. La recogí con once años y me la llevé a casa. Estaba destrozada, sólo sobrevivió cuatro años. Yo la quería muchísimo, la sentaba sobre mis rodillas y la acariciaba.
¿Por qué ahora que tengo una madre, que puedo ir a la escuela, debo morir?”. Confieso que no sé cómo continuar. Después de transcribir la historia de Tomdy, ¿cómo relatar el quiebro que siento? Quería dar los datos de prostitución infantil que, según Unicef, hablan de más de dos millones de niñas prostituidas. Quería explicar cómo empiezan a ser vendidas con cinco o seis años, niñas de Nepal, de Camboya, de Vietnam, de India, algunas compradas por jeques para uso personal, otras repartidas por los miles de burdeles de la zona. Quería recordar que, entre sus clientes, son millones los ciudadanos del primer mundo, muchos de ellos gente de orden, padres
de familia, hombres de bien. Ni tansólo necesitan una tarjeta oro para comprar una niña. Quería explicar cómo mueren en las calles de Bombayo Calcuta, después de ser consideradas inservibles.
Quería hablar del auge de la pornografía infantil, que mueve sus redes con extraordinaria rapidez, y que, según Ecpat ha colocado a México en el segundo lugar de este siniestro ranking. Quería
decir que esta lacra brutal, que destruye a millones de niños en el mundo, nunca forma parte de las cumbres internacionales, no está en las agendas geopolíticas, no conmueve a las almas sensibles del G-20, no existe en las pancartas de los ruidosos que protestan, no llena los titulares de la prensa y prácticamente nunca habita en ningún rincón de nuestra conciencia. Millones de niños
que gritan sin voz, desde los sórdidos rincones donde son vejados, prostituidos, golpeados, violados, usados para gozo de personas que están ahí, abusando de ellos, porque pueden pagarlos. Quería hablar de su dolor, de mujeres como Somaly, quería hablar de nuestro silencio. Pero la historia de Tomdy me ha dejado seca de palabras, hueca, vacía de sentido. Cualquier palabra sobra, porque su historia, que es la historia de miles niñas, lo dice todo, lo es todo, lo grita todo. La cuestión es, ¿cómo es posible que no oigamos su grito?

"Un Sueño" Miquel Roca Junyent (14/04/2009)


Yo también, como otros muchos, he tenido un sueño... en la televisión, aparecía un personaje,con significativa responsabilidad en el país. Pronunciaba en un tono moderado, pero convencido, un discurso dirigido a todos los ciudadanos. Describía la situación con términos reales y comprensibles; no ocultaba la profundidad de la crisis. La relataba sosegadamente, sin adjetivos ni dramatismos, pero su mensaje expresaba preocupación e inquietud. Lo que está pasando, nos decía, es grave. Pero, acto seguido, el personaje hacía un prolongado punto y aparte para afirmar
con rotundidad y convicción que saldríamos de la crisis. En esta fase de su discurso, el protagonista del sueño, ganaba en credibilidad por su propio entusiasmo. No se veía voluntarismo, se notaba la confianza. Serán necesarios muchos esfuerzos y sacrificios; no será fácil, nos decía.
Pero ganaremos este reto de una crisis que nos obligará a todos a cambiar objetivos y comportamientos. Pero, insistía, saldremos reforzados de esta situación si todos ponemos de nuestra parte el compromiso que nos corresponde. Yo solo no podré conseguirlo, señalaba, y por eso reclamo, solicito, imploro, decía, vuestra complicidad. La necesito. Era emocionante. Hablaba de cómo debíamos aprender a ser competitivos en un mundo global; que la prioridad estaba en la formación, en el reciclaje, en la investigación y el desarrollo tecnológico. Que debíamos abandonar los liderazgos humillantes que habíamos asumido en fracaso escolar o en mala calidad de nuestro
sistema educativo; que se proponía resolver, de una vez por todas, la situación de la justicia, asumir los retos de una España plural encallada en un desarrollo torpe, tímido y acomplejado del mandato constitucional de construir un Estado autonómico. Se dirigía a los agentes económicos
y sociales para apelar a su responsabilidad, pero advirtiendo que él no podía declinar la suya. Allí donde no lleguen ustedes, decía, deberá llegar la acción pública que el interés general impone. Al final, pausado, decía que no éramos el país más importante del mundo, ni el segundo o el tercero. Nos invitaba a construir un futuro digno, próspero y en libertad para todos. Será así, finalizaba, como queremos ser importantes en el mundo. Pero sólo ha sido un sueño. ¿O no?

domingo, 24 de mayo de 2009

"Saura en el garaje" Pilar Rahola (22/03/2009)

Lo del título remite a la popular expresión del pulpo y el garaje. Ciertamente, el conseller de Interior consigue estar tan fuera de lugar, que parece un pulpo biosostenible al lado del Seat Panda de los Estopa. Si no fuera por Carmen Maura, Pedro Almodóvar habría pensado en él
para su mítica película, no en vano cabe preguntarse: ¿qué hace un chico como Saura en un lugar lleno de policías? Lo digo porque es la enésima vez que mete la gamba contra su propia policía, justo cuando le correspondería, por lógica institucional, dar un poco de aliento. A diferencia de Rafael Olmos, que ha mantenido el tipo, Joan Saura no tardó ni medio telediario en expresar su incomodo con los Mossos, y de un plumazo abrió todas las dudas, intentó hacer la pirueta de estar a los dos lados de la manifestación, y se preocupó más por lo que dirían los de su partido que por evitar el desprestigio del cuerpo policial. Es decir, antes de que se abriera el melón,
Saura ya ofreció el cuchillo, con lo cual cualquier especulación sobre una mala actuación policial resultó sobrante. Si el propio conseller expresaba rechazo, pedía perdón al mundo y se precipitaba, antes de cualquier investigación, a culpar a la policía de mala praxis, el resto iba rodado. Y así, en su tónica habitual de preocuparse más por un titular progre que por ejercer su responsabilidad, era el propio conseller de Interior el que ayudaba a desprestigiar a los Mossos. Por primera vez el conseller de la policía no hace de pararrayos, no es el bombero que apaga los fuegos de su gente, sino el pirómano que atrae todos los rayos. Hace oposición de sí mismo. Y así les va a los Mossos. ¿Lo han hecho mal los Mossos? Sinceramente, no lo sé, entre otras cosas porqué no sé cómo se reprime una manifestación compleja, donde se mezclan estudiantes que protestan con jóvenes antisistema venidos de fuera y con largo historial de provocación ciudadana. No sé cómo se resuelve una situación en la que siete agentes quedan de retén para
impedir la ocupación de la universidad y se ven rodeados por decenas de estudiantes que quieren entrar. Desde luego, algunas noticias referentes a golpes a periodistas o a ciudadanos ajenos no me parecen aceptables. Pero, a diferencia de Joan Saura, y de algunos colegas con síndrome de Peter Pan, que aún se ven corriendo delante de los grises, y tienen un subidón de adrenalina, yo no dudo automáticamente de la policía, ni creo que, en democracia, se la pueda
equiparar a cuerpos represivos dictatoriales, ni milito en el infantilismo del discurso antisistema. Si ha habido algún error, que se corrija. Pero, por el camino, que se defienda a los Mossos, que se
haga pedagogía del carácter de servicio que tiene una policía democrática y que no se eleve a algunos jóvenes a la categoría de mártires. Màrius Carol lo preguntaba, con excelente criterio, en El club de Albert Om: “¿Qué hacen jóvenes encapuchados en las manis anti-Bolonia?”.
Indirectamente, la respuesta la daba el rector Dídac Ramírez, que aseguró, ante las preguntas de Josep Cuní, que “no todos los encerrados en la universidad eran estudiantes, ni todos eran
del país”. Desde luego, no todo es oro lo que reluce en las protestas estudiantiles. Teniendo en cuenta, además, que sólo una minoría está contra Bolonia, que una minoría de la minoría ha ocupado un espacio público durante meses, que el rector avisó de desalojo si había problemas
de violencia, que los ha habido, y que la situación era insostenible. Lo cual no quita legitimidad a los estudiantes que estén contra el plan; el problema es que ni todos son estudiantes, ni todos están interesados en Bolonia. Pero Bolonia es otro tema. El de hoy se llama Saura, el único máximo responsable de Interior que se ha convertido en el principal avalador del desprestigio
de su propia policía. Es lo que tiene ser conseller de Interior con alma de manifestante: no se puede iramisa y repicar. Al final consigue el doblete: deja desamparados a los Mossos y los otros
le piden la dimisión. Lo hace mejor, y el pulpo nada en el garaje.

"La estrategia del gobierno" Juan Carlos Merino (16/03/2009)

José Luis Rodríguez Zapatero no está dispuesto a que, ante las elecciones europeas del próximo 7
de junio, le vuelva a pillar el toro como en las elecciones gallegas del pasado 1 de marzo. El PSOE
se confió en Galicia y, cuando quiso reaccionar, ya fue tarde. Y la pérdida de la Xunta ha desmoralizado tanto a los socialistas que ni siquiera la posibilidad de formar gobierno en Euskadi les compensa, porque el éxito vasco les desestabiliza seriamente en el Congreso por el portazo del PNV. Así que la cita del 7-J se ha convertido en una de las claves del plan de reactivación política de Zapatero que La Vanguardia desveló el pasado sábado. El presidente del Gobierno,
por tanto, activará hoy mismo la maquinaria electoral del PSOE ante el 7-J, aunque todavía no se
escenificará. En primer lugar, se organizará el comité electoral socialista y empezarán a circular papeles y un calendario de la campaña, en la que Zapatero tendrá una gran implicación –de hecho ya ha puesto su agenda a disposición del partido– para propulsar la candidatura del ex ministro Juan Fernando López Aguilar, quien precisamente acaba de estar en Estados Unidos para, entre otras cosas, tomar buena nota de la campaña que llevó a Barack Obama a la Casa Blanca. El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, y la secretaria de organización, Leire Pajín, llevarán la batuta de la campaña y en el comité federal socialista que celebrarán a mediados de abril se formalizará ya la lista electoral. Lo que nadie duda es que será una campaña muy polarizada entre el PSOE y el PP, entre ZapateroyMariano Rajoy. Pero el presidente del PP y su candidato, JaimeMayor Oreja, les llevan de momento ventaja a los socialistas, porque Rajoy se puso las pilas para las elecciones europeas casi desde la misma noche de su victoria en Galicia.
Fuentes muy próximas a Zapatero en la Moncloa advierten, además, que las elecciones europeas
siempre son una buena ocasión para el voto de castigo al Gobierno de turno. “Siempre pasan
factura”, asumen. Y máxime en plena crisis económica, con una escalada del paro insospechada y
malas perspectivas por lo menos hasta el otoño o incluso las próximas Navidades. Estas fuentes se ponen la venda antes que la herida, al asegurar que tampoco sería una tragedia para los socialistas que el PP les ganara por algún escaño, porque las europeas suelen registrar una participación tan baja que piensan que su resultado queda un tanto deslegitimado ante los
ciudadanos. Pero Zapatero está dispuesto a saltar a por todas a la arena electoral. Y en la dirección del PSOE le secundan: “No damos nada por perdido. No hay nada escrito sobre los resultados electorales, porque todos los estereotipos han quedado pulverizados”, dicen en Ferraz. Empezando por la baja participación de las europeas: “Haremos una campaña intensa para que haya una mayor participación. La campaña será apasionante”, prometen los estrategas del PSOE. Y ya manejan algunos argumentos. Así, centrarán la campaña en explicar lo que representan los partidos conservadores en España, Europa y en el mundo, y pondrán el acento en que el PP respaldó las políticas neocon de Bush que han provocado una crisis económica global. Y también explicarán para qué sirve el Parlamento Europeo, aunque a la ciudadanía le parezca una institución lejana: por ejemplo, esgrimen, para vetar el intento de la derecha de establecer la jornada laboral de 65 horas semanales. En Ferraz dan por hecho, por otra parte, que el plan de reactivación previsto por Zapatero –que arranca en la primera semana de
abril con una intensa agenda internacional de la mano de Obama, sigue con el lanzamiento de
un amplio paquete de reformas contra la crisis tras la Semana Santa y culminará con las elecciones europeas– habría incitado al presidente a aplazar la prevista crisis de gobierno hasta después del 7-J. En caso de victoria electoral, sería el momento adecuado para renovar el Ejecutivo y no dar una sensación de debilidad, sino de reforzamiento. Y en caso de derrota sin paliativos, a Zapatero ya no le quedaría otra salida que ejecutar la crisis de gobierno
en busca de algo de oxígeno

"El Momento" Enric Juliana (15/03/2009)

El tablero: casi tan confuso como en 1979, cuando Adolfo Suárez dimitió; no hay mayoría estable, ni alternativa a corto plazo; España era entonces un país prácticamente arruinado; había, sin embargo, una tensión positiva: la gente aguardaba con interés el futuro; hoy impera la desorientación; el bache económico es de vértigo; el presidente del BBVA, Francisco González, habla de “emergencia nacional”; la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega niega haber arrojado la siguiente frase lapidaria sobre los subsecretarios de Estado: “No sois conscientes de la situación que atravesamos”; “no habrá más remedio que empuñar el bisturí”, reconocen en privado dirigentes socialistas que trabajaron con Felipe González; estamos atados
al euro; sin devaluación de la moneda, despidos en masa; se está forjando un gran drama social;
deberán buscarse otras vías; rebajar las cotizaciones de la Seguridad Social, por ejemplo, exige retocar el sistema de pensiones; “lo peor no es el riesgo de una huelga general, lo peor es que
el país parece desencuadernado”, añaden los socialistas maduros; en Comisiones Obreras, la caída de José María Fidalgo no ha traído consigo una línea estratégica clara; pronto se comprenderá cuán importante era el último congreso de CC.OO.; la nueva etapa de la patronal
CEOE todavía se está perfilando; la prensa, principal marco de la opinión pública, sufre estrés; la corriente principal no está clara; Mariano Rajoy se está imponiendo, pero aún debe pasar la
prueba de las elecciones europeas; Esperanza Aguirre se sabe derrotada –así lo confiesa a sus próximos–, pero siguen existiendo focos de resistencia en el PP; de haber perdido Rajoy en Galicia habría habido un pronunciamiento; la diputada Cayetana Álvarez de Toledo, ex jefa
de gabinete de Ángel Acebes, es doctora en Historia y adora los alzamientos del siglo XIX; la Iglesia católica ha seguido con mucha atención las elecciones en Galiciay el País Vasco; “¡Ha ganado España!”, cuentan que exclamó un cardenal recientemente afincado en Roma; la campaña de la emisora Cope contra Rajoy es ya del todo insostenible para el episcopado; el cardenal Rouco Varela lo sabe; la relación Iglesia- PP deviene punto clave del futuro inmediato; pasarán cosas; escribe Luis María Anson: “No me sumo a los que quieren terminarcon Rajoy aun a costa de desestabilizar al centro derecha español”; Anson siempre está en el ajo; sin quererlo, el juez Baltasar Garzón ha salvado a Rajoy; Garzón ha sido víctima de su propio impulso; cada vez se parece más al tribuno italiano Di Pietro; PSOE y PP necesitan volver a medirse para fijar con
mayor exactitud la relación de fuerzas; las elecciones europeas serán frenéticas; Zapatero se
abrazará a Obama –como Aznar se abrazóaBush– y pedirá a los españoles que voten contra los neoliberales; si pierde de manera abultada, puede que esté perdido; el PNV, herido en lo más
profundo, ha decidido luchar por una legislatura corta, en Vitoria y en Madrid; Zapatero no pudo frenar a Patxi López la noche del 1 de marzo; la derrota en Galicia empujó al PSOE en brazos del
nuevo escenario vasco; despedida hace ya meses la “España plural”, Zapatero se adentra en una nueva fase: el País Vasco como gran plató del españoleo en tiempos de crisis; la operación Zumalacárregui del PNV (derribar cuanto antes a Zapatero para pactar con el PP en Madrid) sólo puede triunfar con el concurso de CiU; cuando le ha convenido, el nacionalismo vasco ha pasado olímpicamente de los catalanes; Convergència podría poner ahora una condición a Zapatero: la ruptura de Montilla con ERC, unos meses de gobierno en solitario del PSC y convocatoria de elecciones catalanas; Zapatero aceptaría gozoso esa condición, pero no puede imponerla; ¿que hará Chusep?; ¿también se echará al monte Duran Lleida?, pregunta mucha
gente en Madrid; la financiación autonómica ya huele mal, y la sentencia del Estatut, peor; si extrema la habilidad, Rajoy puede tener pronto el mando del tablero; Chusep, Chusep; “cerco un centro de gravità permanente...”, canta Franco Battiato. Emergencia nacional.

"Los Extraterrestre" Pilar Rahola (15/03/2009)

En uno de sus míticos artículos en The New York Times, antes de recibir el premio Nobel de
Economía, el feroz crítico de Bush y paladín del nuevo keynesianismo, Paul Krugman, tildó a los financieros de los grandes consejos de administración de auténticos extraterrestres.Aseguraba que unos tipos que ganaban el montante de lo que cuestan, en un año, todos los profesores de secundaria del estado de Nueva York no vivían entre los simples mortales. Se habían convertido
en una casta alienígena, engreída y prepotente, completamente desarraigada de su propia sociedad. En cierta medida, habían creado un mundo paralelo, cuyo lenguaje también paralelo
los reconocía entre ellos, tanto como los hacía incomprensibles a los sufridos terrícolas. ¿No ocurre algo parecido con los políticos? No me refiero a la locura económica que acumulaban, antes del crac, esos financieros de Wall Street, porque nuestros políticos, los pobres, a lo máximo que llegan es a tunear coches oficiales oa pagar informes surrealistas sobre cotorras. Ello obviando, por supuesto, a los chicos de la operación Gürtel, cuya deriva penal es moco de
otro pavo. Pero, más allá de la cuestión económica, la metáfora de Krugman resulta
enormemente útil para entender el comportamiento de otros especímenes de la fauna humana, y en concreto el accionarde muchos políticos que, a pesar de la retórica en sentido contrario, han
creado una endogámica casta alejada del fluir natural de la sociedad. Interactúan entre ellos, como si sus dimes y diretes fueran el centro del mundo, viven más allá de la realidad conocida y a menudo protagonizan espectáculos cuyo sentido para el espectador resulta un expediente X. Viéndolos en el Congreso, riéndose de sus cosas, aplaudiéndose o atacándose, hablando su lenguaje y encantadosde vivir en la estratosfera, el palabro extraterrestre resulta harto adecuado.
Miren si no lo que ha ocurrido con el 11-M. Ni tan solo me planteo la posibilidad de que los desplantes de los políticos, en los actos en recuerdo a las víctimas del atentado terrorista más importante de Europa, sea una cuestión de mala fe. Estoy convencida de que esos muertos nos duelen a todos. Sin embargo, dos acciones distintas, nacidas al albur de la política, cuando la política se convierte en un estúpido jeroglífico, han ensuciado el recuerdo de esas víctimas.
Por un lado, el desplante de los socialistas y de los diputadosde IU al acto organizado por la
Asamblea de Madrid, en un ejemplo de cómo se pueden mezclarchurras de espionaje y otras bajezas, con merinas de víctimas y atentados. Y todo ello, sin morirde ridículo. Hasta el Gran Wyoming les ha afeado el gesto.Y por otro, el acto de homenaje encabezado por el alcalde
Ruiz-Gallardón, y la ministra Magdalena Álvarez, donde los familiares de lasvíctimas no pudieron entrar y tuvieron que presenciarlo agolpados en la cristalera que separa la sala del
11-M de laestación de Atocha. Como si fueran meros espectadores del show de los políticos,
como si fueran comparsas a mayor gloria de alcaldes y ministros, como si fueran sólo una anécdota. Dicen los cronistas que no se oyó ningún grito de repudio, pero el dolor de los familiares estaba ahí, digno y grave, alzándose por encima de la mezquindad. ¿Qué era, entonces, el homenaje? ¿Una excusa para lucir tipo ministerial, para marcar paquete municipal, para demostrar lo guapos que son los líderes cuando se ponen trascendentes? ¿De dónde sacan esos
políticos la idea de que eran ellos, y no las víctimas, los protagonistas del homenaje? Si no lo sacan de la mala fe, que no, lo sacan de la condición extraterrestre que venimos comentando. Aupados en su ego, subidos a la noria de su gremialismo autista, pobladores de un hábitat
situado más allá del Everest, nuestros políticos cometen este tipo de errores, no porque sean intrínsecamente desalmados, sino porque están fuera del mundo. Y ese es el problema. Que cuando uno es extraterrestre, no entiende nada de lo que pasa en la Tierra.

"La estrategia del gobierno" Juan Carlos Merino (14/03/2009)

José Luis Rodríguez Zapatero desveló el pasado lunes que tiene un plan.Yefectivamente lo tiene,
según explican a La Vanguardia fuentes muy próximas al presidente del Gobierno. Se trata de
una estrategia en la que, como siempre, Zapatero ha medido al milímetro sus tiempos. El objetivo es “levantar cabeza”, retomar el liderazgo y marcar la agenda política, entre otras cuestiones como “reacción” a la “moral de victoria” en la que se ha instalado el líder de la oposición, Mariano Rajoy, desde la victoria del PP en las elecciones gallegas del pasado 1 de marzo.
Zapatero presentará, probablemente después de Semana Santa, un “amplio paquete de medidas de hondo calado” contra la crisis, según estas fuentes. Pero no consistirán en meros “parches”, sino que todo apunta a que serán reformas estructurales, muy en la línea, por tanto, con las que demandó José Montilla el pasado martes, en cuanto a la liberalización de los servicios, el mercado laboral, el de la energía o el sistema educativo.
Zapatero utilizará además como trampolín para recobrar el impulso político al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, según estas fuentes de la Moncloa. Y es que Zapatero compartirá con Obama seis días seguidos de su agenda internacional a partir del próximo 1 de abril en que aterrizará en Londres para celebrar al día siguiente la reunión del G-20 contra la crisis económica global. El 3 y 4 de abril Zapatero y Obama también asistirán a la cumbre de la OTAN en Estrasburgo (Francia) y Kehl (Alemania). El 5 de abril, ambos volverán a coincidir en Praga en la cumbre UE-Estados Unidos. Y la guinda del pastel a los planes de la Moncloa –y esto sí que no se lo esperaban– se colocará el 6 de abril en Estambul, donde Obama asistirá al foro de la alianza de civilizaciones, una iniciativa de Zapatero y su homólogo turco, Erdogan, ácidamente menospreciada en España por Aznar y Rajoy.
Zapatero exprimirá hasta la última gota de esta semana internacional que pasará junto a Obama. La lástima, según estas fuentes, es que justo después hay varios días en blanco, que son los que corresponden a la Semana Santa.
Pero inmediatamente después, y aprovechando el acelerón que le dará su agenda internacional, Zapatero presentará su “ambicioso” paquete de medidas reactivadoras. Esta estrategia, en todo caso, ayudará a calmar las inquietudes e incertidumbres que se han despertado en el propio PSOE –y no sólo entre los veteranos sino también entre próximos a Zapatero– por la sensación de pesimismo en que se han instalado tras
las elecciones del 1 de marzo por la pérdida de Galicia y la merma de respaldos parlamentarios.
Estas fuentes cercanas a Zapatero asumen que Rajoy se haya visto reforzado tras los comicios,“y con razón”, mientras que los socialistas se hayan desmoralizado: “No tenía sentido que levantáramos la cabeza a las 48 horas ante un resultado electoral malo. Mejor dejar reposar las cosas”. Hasta dentro de dos semanas, en que Zapatero pondrá en marcha una reactivación cuyo impulso, según estas fuentes, tratará de movilizar al PSOE hasta las elecciones europeas del 7 de junio.

sábado, 23 de mayo de 2009

"De campaña en provincias" Salvador Cardús i Ros (18/02/2009)

Una vez más, palabra y acción política no tendrán nada quever. O peor: las unirá el desencuentro habitual, el camino por el que se alejan la una de la otra, y serán nuevamente la cara y la cruz irreconciliables de una misma moneda. Porque si no tuvieran realmente nada que ver discurso y acción política, quizás algún día llegarían a coincidir en algo, aunque fuera por casualidad. Pero no: los usos políticos electorales parece que obligan al fraude moral de predicar lo contrario que
se practica. ¿Que falta confianza? Pues se fomenta la sospecha. ¿Que se pide respeto? Pues a insultar, que son dos días. Aquellos buenos propósitos de todos los partidos justo después de las elecciones, cuando las cifras de la abstención delatan cuán alejados están de la ciudadanía, pronto
quedan en nada y cuando se acercan nuevas elecciones, todo sigue como estaba, o peor. Estas
son las sensaciones que producen los primeros movimientos y las primeras voces de los partidos
estatales en las campañas electorales gallega y vasca que acaban de empezar. No se ha aprendido nada, no se ha comprendido nada, la crisis no ha cambiado nada.
Sólo una muy gran ingenuidad podía haber hecho creer que el contexto de crisis general podría mejorar en algo los estilos de las campañas políticas. Todas las llamadas con semblante grave a actuar de acuerdo y buscar grandes pactos, a dejar de lado las bajezas egoístas, a estar a la altura de las dramáticas circunstancias, saltan por los aires tan pronto como suena el clarín de la campaña electoral. Incluso podría haberse pensado, presos de un entusiasmo cegador, que las recientes elecciones norteamericanas podrían haber marcado en algo las maneras políticas de los partidos y candidatos, en busca de mayor credibilidad y confianza. Pero no. Dejando aparte el hazmerreír del extemporáneo cartel de la no candidata a ninguna elección Sánchez Camacho –¿cómo se le ocurre a quien ha llegado al cargoadedo, el compararse sin sentir ridículo con quien luchó durante un año para ganar unas primarias, estado a estado, en Norteamérica?–, no parece que de Barack Obama nadie haya sabido aprender ninguna lección.
Las maneras agresivas en la campaña vasca de Rodríguez Zapatero, regodeándose en los conflictos internos de Rajoy y el PP, o menospreciando al Ibarretxe ahora aplicado a combatir la crisis con más éxito que todos los demás, son verdaderamente nauseabundas en quien había abusado de un supuesto talante cordial. En cualquier caso, es una estrategia tan aburrida y previsible como la del propio Rajoy, denunciando en Galicia cacerías de ministros y jueces, no tanto porque no sean condenables, sino porque son habituales entre ellos. ¿Y puede tener alguna credibilidad que los de Manuel Fraga acusen a Emilio Pérez Touriño de confundir la presidencia con un cargo nobiliario? La falta de respeto hacia el votante, vasco o gallego, al que le vienen con otros cuentos que no son los que se ventilan en aquellas elecciones, debería ser pagada –y es posible que sea castigada– con un plus de indiferencia hacia los partidos estatales, que allí no ven otra cosa que la posibilidad de medirse en su guerra particular, todo al servicio de la disimulación de la ausencia de respuestas eficaces ante la crisis. No creo de buen gusto entrar en el detalle de los discursos de Rajoy y Zapatero, incapaces de dar el salto moral que exigirían estas primeras campañas electorales celebradas en plena debacle económica mundial. En realidad, la coincidencia de las dos campañas, en las que se dirimen lógicas políticas muy distintas para unos mismos partidos, está obligando a los partidos estatales a mantener dos discursos también muy distintos en cada territorio, de manera que se acentúa de forma aún más grave el carácter meramente instrumental del relato político electoral. Aquí hay que defender el cambio, allí la continuidad. Aquí hay que presentarse moderado, allí hay que endurecer los ataques. Aquí se habla de grandes principios, allí mejor levantar sospechas de corrupción en el adversario. No hay problema: se habla ante convencidos, aprovechando el aplauso fácil y la cámara avisada.
A diez días de las elecciones vascas y gallegas, aún pueden pasar muchas cosas. Pueden salir otros sumarios, pueden publicarse otros informes, y los jefes de campaña pueden reorientar los discursos para decir digo donde dije Diego. A diez días, vascos y gallegos pueden llegar a la convicción de que losb partidos estatales consideran que, como la crisis es global, esta cuestión no va con la política local, y que Zapatero y Rajoy tienen bastante con llevaraprovincias su combate personal. Lo de la tele, pero en casa. Pero a diez días de las elecciones, puede ocurrir que las respuestas locales –lo que algunos llamaríamos respuestas nacionales gallegas y vascas– sean las únicas que mantengan alguna cierta credibilidad. De manera que habrá que esperar a los resultados para adivinar si el hecho de haber trasladado la confrontación entre PP y PSOE al debate político vasco y gallego no les perjudica a ambos. No sería la primera vez que una lectura en clave española de unas elecciones vascas o gallegas produjera resultados no previstos en las encuestas.

"Minar la confianza" Xavier Sala i Martín (17/02/2009)

Es curioso: los medios y los expertos están haciendo cuajar la idea de que la actual recesión ha sido causada por los excesos del sector privado y olvidan completamente los excesos del sector público. Está claro que el origen del problema es la burbuja inmobiliaria. Pero ¿qué causó esa
burbuja? Respuesta: el mantenimiento de tipos de interés artificialmente bajos por parte de las autoridades monetarias... públicas. Es decir, los tipos bajos llevana demasiada gente a pedir hipotecas, cosa que provoca aumentos extravagantes de los precios de los inmuebles. El sector financiero, se nos dice, construyó activos basados en hipotecas errando clamorosamente en la apreciación de lo que sería la tasa de morosidad. Pero ¿por qué cometió ese error? Por muchas razones. Una de ellas es que, cuando los precios suben la proporción de morosos se reduce (porque las familias tienen más incentivos a no perder una casa que se aprecia). Eso lleva a las entidades financieras y empresas de rating a creer erróneamente que la probabilidad de
morosidad estructural se ha reducido. Es decir, si la burbuja inmobiliaria (creada, insisto,
por las autoridades públicas) no hubiera existido, la alegría con la que se compraron los activos basados en hipotecas no se habría producido.
Se dice que demasiados bancos privados prestaron demasiado dinero a demasiadas familias con pocos recursos (familias subprime). ¿Por qué lo hicieron? Respuesta: entre otras cosas, porque dos instituciones semipúblicas (Freddie Mac y Fannie Mae) garantizaban esas hipotecas. ¿Por qué? Porque el gobierno las obligó a ello con el objetivo de que esas familias también formaran parte del sueño americano de tener una vivienda de propiedad.
Se explica que el sector financiero se dedicó a crear activos complicados que no entendía y a pedir prestado para invertir (apalancarse). ¿Por qué? Pues en parte, por culpa de la política de tipos artificialmente bajos que indujo a todo el mundo (¡incluso los bancos!) a pedir prestado para invertir.
Los errores de política pública contribuyeron, pues, de manera significativa a originar la crisis actual. Pero la cosa no acaba aquí: también están contribuyendo a agravarla y a convertir lo que habría sido una pequeña recesión en un episodio potencialmente catastrófico. Durante los primeros meses de crisis en EE.UU. (entre diciembre del 2007 y septiembre del 2008), el consumo, la inversión inmobiliaria y las exportaciones netas se mantuvieron. Lo único que cayó en picado era la construcción. Concretamente, hasta septiembre del 2008, la reducción del PIB había sido de unos 313.000 millones de dólares, un poco menos que la caída de la construcción. Es decir, lo único que demostraba estar realmente en crisis era ese sector.
Las cosas cambiaron radicalmente en septiembre del 2008. Después de salvar a
Bear Sterns, Freddie Mac, Fannie Mae y Goldman Sachs, el fin de semana del 13-14 de septiembre, el gobierno decidió no ayudar a Lehman Brothers y, después, se salvó a AIG.
Nadie entendió por qué se salvaba a unos bancos y no a otros, pero esa política errática dejaba claro que el gobierno no tenía claro cómo afrontar la situación. La confianza cayó y las bolsas de todo el mundo se hundieron. El gobierno reaccionó aprobando, a toda prisa, un programa
de 0,7 billones para comprar los activos tóxicos de los bancos: la semana que siguió a la aprobación del llamado TARP (Troubled Assets Relief Program), la bolsa sufrió la peor caída semanal de la historia. Ante el asombro de todos, la reacción del gobierno fue la de decir: “Como a la bolsa no le ha gustado el TARP, no compraremos activos tóxicos, sino que recapitalizaremos
directamente a los bancos”. Y claro, al constatar que el gobierno utilizaba a la bolsa para ver si sus propias acciones tenían sentido, todo el mundo se dio cuenta de que andaba bastante perdido. Eso acabó de demostrar que estábamos en manos de una pandilla de incompetentes,
justo en el momento que cuajaba la idea de que el ángel salvador único era... ¡el gobierno
Es importante que si los estados deciden erigirse en salvavidas de la economía, nos convenzan primero de que están capacitados para ello. Porque, en economía, cuando el líder no inspira confianza, las familias dejan de consumir, las empresas dejan de invertir y las crisis se agravan.
Lo peor de todo es que, la confianza ciega que muchos tenían en Barack Obama se está disipando rápidamente: después de aprobar un plan de gastos plagado de esotéricos programas inútiles, Obama ha dedicado otro billón de dólares a una nueva versión de TARP, a pesar del ostentoso fracaso de la primera versión del plan. Es más, el día que su secretario del Tesoro, Tim Geithner, lo anunció, no explicó ni quién comprará esos activos, ni cómo se decidirá su precio, ni qué bancos serán ayudados, ni qué pasará con los activos comprados... Es decir: no explicó nada de nada. Su inseguridad y su miedo no contribuyeron a establecer la necesaria confianza en que el nuevo liderazgo sabe cómo reconducir la situación.
¡Ah! ¡Casi me olvidaba!: mientras tanto, el sector privado –¡ese maldito sector privado que tanto daño hace a la sociedad!– ha seguido haciendo sus deberes: según un estudio del profesor Casey Mulligan, la productividad del sector no financiero norteamericano sigue subiendo (a diferencia de lo que pasó durante la gran depresión). Es decir: gracias al sector privado, la economía norteamericana saldrá disparada de la crisis el día que la incompetencia del gobierno deje de minar nuestra confianza.

"Pujol habría tenido tiempo" Pilar Rahola (16/11/2008)

Los hechos son los siguientes. Una de las revistas financieras de más prestigio, y lectura obligada
de todos los poderes económicos internacionales, decide publicar 14 páginas sobre España, con el pertinente apartado sobre Catalunya. Como es lógico, llama a la puerta de la Generalitat, para formular algunas preguntas. El president Montilla responde que no tiene tiempo para recibir al periodista de The Economist, quizás demasiado ocupado en escoger la corbata que se pondrá para ir a llorar a los japoneses de Nissan. Los vicepresidentes Saura y Carod también tienen la agenda llena, ambos demasiado importantes para estas minucias. Y para rematar la faena, el conseller Huguet tampoco considera necesario recibir al periodista, confirmando el principio de Peter que asegura que, en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia. Así pues, recibido por el gato, el jardinero y un poquito de Castells, el flamante periodista de The Economist habla con unos más que con otros, y finalmente escribe un denso artículo con algunas verdades, algunas medias verdades y algunas notorias distorsiones. A partir de aquí, se arma el típico maremoto en la sopa de galets de nuestra ínclita política catalana, y ya tenemos montado el magno escándalo de barretina. Un despistado que un día escribió un libro sobre Escocia, y a quien ahora tenemos de delegat del Govern al Regne Unit, conspicuo miembro del chiringuito que tiene montado Carod-Rovira, envía una alucinante carta a The Economist, afeándoles el reportaje, Montserrat Tura pide “rectificación y disculpas”, y el propio Carod asegura que todo esto pasa porque no tenemos suficientes “embajadas catalanas”, y amenaza con más. Finalmente, el mismito president Montilla se queja del reportaje, y las tertulias del mundanal ruido hacen su agosto lapidando al malvado periodista. Visto lo cual, si el señor Mike Reid no nos tenía en demasiada consideración, ahora debe de pensar que somos unos boinas de cuidado.
Algunas consideraciones impertinentes. La primera, de rigor histórico. Si hubiera sido en la época de Jordi Pujol, no sólo le habría recibido, sino que le habría enumerado en inglés a todos los directores de The Economist, le habría hecho uno de sus sofás-seducción, y no sólo habría conseguido buena prensa, sino directamente la portada de la revista: “El presidente de Catalunya, un estadista español”. Como si lo viéramos. Pero, claro, los de ahora no hablan inglés... La segunda consideración, de más calado. ¿Es pertinente que un gobierno riña a una revista por una publicación que no le gusta? ¿Pero esto qué es? ¿Es su función ir diciendo a los periodistas extranjeros lo que tienen que escribir? Más allá del hecho de que ese mismo gobierno que se moviliza contra The Economist nunca lo ha hecho contra la brunete mediática española, cuyas barbaridades sobre Catalunya llenarían armarios enteros, está la cuestión fundamental: la libertad de expresión se basa en eso, en la libertad, siempre que no vulnere los principios legales. Yun gobierno que intenta dictar el artículo de un periodista presenta tics inquisitoriales altamente preocupantes. Porque, entonces, ¿dónde ponemos la frontera del dirigismo? Tercera consideración: la cartita del delegat, que debe haber justificado el sueldo de meses con tamaña hazaña. La perla es cuando se enfada porque tildan de cacique a Jordi Pujol. Veamos. No lo tilda el artículo, sino una cita del escritor Muñoz Molina que, hablando del exceso de permanencia en el cargo, cita a Chávez, Fraga y Pujol. El delegat dice que no es un término “políticamente correcto”, pero no lo desmiente.Osea, que el tal Xavier Solano tiene un manual de corrección política, y se queda tan ancho. Y, finalmente, viene Carod y nos amenaza con más chiringuitos en el extranjero. ¿Será para inaugurar zapaterías de los amigos en el extranjero? Patético tanto provincianismo. En lugar de gastarse el dinero público en duplicar funcionarios (teníamos el Copca, y ahora tenemos el juguete de Carod), sería más útil que aprendieran inglés y tuvieran tiempo de recibir a los periodistas. Saldría más barato y sería menos bochornoso.

"Lamer el Suelo" Pilar Rahola (28/10/2008)

Cuando se hace daño a otro es menester hacérselo de tal manera que le sea imposible vengarse”.
Si José Luis Rodríguez Zapatero hubiera leído aMaquiavelo, autor de la cita, quizás ahora no estaría lamiendo los despachos de las cancillerías internacionales, suplicando una sillita en la reunión de la refundación del capitalismo. Pero ya dijo hace años Andreotti que la finezza
no era la virtud más prodigiosa de la política internacional española, y la era Moratinos ha hecho honor a esa mala fama. Acumulando desdenes, necedades, errores de bulto y pequeñas chulerías, la diplomacia española se ha ido adelgazando hasta quedar en la nada nietzscheana, en la que ahora se ahoga. A pesar de no hablar inglés y de perpetrar un intento de francés, tanto Felipe
González como José María Aznar tuvieron algo de política internacional, y ambos
consiguieron consolidar una cierta interlocución en la esfera mundial. Las antenas de Felipe se llamaban Mitterrand y Kohl, y las de Aznar, Bush y Blair, y los dos aprovecharon esas buenas
relaciones para situar España en el mapa. Por supuesto, en el plano interior, ambos recibieron las críticas pertinentes a los errores que también acumularon, pero lo cierto es que, miradas en perspectiva, aquellas épocas tuvieron algo de estrategia geopolítica. Zapatero, en cambio, ha ido encadenando groserías con tal falta de inteligencia estratégica, que ha dilapidado los pocos cimientos que se habían construido, y así está ahora, arrastrando su diplomacia
por los arrabales del lamento. Difícilmente se puede contemplar, en política exterior, un espectáculo como el protagonizado estos días, con un país que intenta hacerse valer a golpe de súplica a los países que se ponen al teléfono. ¿Resulta tan extraño que España se haya quedado fuera? Por supuesto, los analistas oficiales han sacado rápidamente de la chistera el conejo de Bush, culpable de todo mal. Sin embargo, ¿es así de simple? ¿O resulta más bien cierto
que ZP ha pisado todos los callos de la política exterior, y que, por ello, se ha ganado el podio del desprestigio actual? Recordemos el panorama. La primera señal negra de humo la dio el propio
ZP cuando, practicando el populismo que le resulta tan grato, despreció la bandera norteamericana. Debía pensar, en su simplista entusiasmo, que el antiamericanismo de pancarta servía para la diplomacia internacional. Y a partir de ahí, acumulación de despropósitos: amistades peligrosas con Chávez, kefias palestinas en plena guerra de Líbano, viajes a Cuba ninguneando a la oposición democrática, alianzas de civilizaciones que sólo servían para convertir a algunos bonitos dictadores en interlocutores, campaña electoral a favor de Ségolène Royal (que perdió), y, en plena crisis económica, la grandilocuente chulería de presentarse en Nueva York y
asegurar que España tiene “el sistema financiero más sólido del mundo”. Y ello dicho después de haber perdido posiciones en el ranking económico internacional y de no formar parte del G-20,
un grupo de países que representa el 90% de toda la actividad económica del planeta. Desde esa posición de outsider, ¿no habría sido más inteligente un poco de discreción? Lejos de ello, Zapatero practicó ese patriotismo de taberna que se basa en la pura fanfarronada. Por supuesto, también Aznar se las dio de fanfarrón, pero en su caso tenía el trasero algo mejor guardado.
El espectáculo actual, con la diplomacia española llamando a todos los teléfonos amigos, suplicando una esquinita donde plantar la bandera, no deja de ser patético. Unos, como Sarkozy, deben de morirse de risa mientras dan palmaditas paternalistas. Otros consuelan al lloroso ZP asegurando que harán lo que puedan. Y todos deben de pensar que un país que suplica un lugar al sol es que no se lo ha ganado. ¿La culpa es del malo de Bush? Eso dicen los voceros oficiales. Y es que no hay nada mejor que un tonto útil ajeno para tapar las vergüenzas propias.

¡Calma, calma! Miquel Roca Junyent (14/10/2008)

Realmente, la crisis se está llevando mal. Pero lo que no puede ocurrir es que con ello se instale
la desesperanza y el desánimo; preocupación, sí, pero el pánico no está justificado. Los titulares son dramáticos, las noticias parecen haberse confabulado para darnos la imagen más pesimista sobre nuestro futuro, y los analistas incapaces de apuntar hace poco tiempo lo que iba a suceder
no dudan ahora en profetizar las previsiones más negras.
Con voluntarismo no saldremos de la crisis, pero con pánico muchos menos. Algunas medidas de las adoptadas por los gobiernos parecen haberse tomado expresamente para provocar la angustia. Pero los ciudadanos, la sociedad, los agentes económicos y sociales tienen que ser más cautos que aquellos. Los nervios aconsejan mal, la precipitación es la compañera del error, el pánico nos convierte en irracionales.
Es verdad que estamos ante una crisis profunda, novedosa y de mucho calado. Pero alguien con autoridad debería decir que vamos a salir de ella; seguramente con cambios muy significativos, pero vamos a superarla. Todas las crisis acaban generando cambios positivos; esta, la de ahora, también. Será dura, dejará sus costes, pero la sociedad la va a superar.
Miremos hacia atrás y constatemos que la historia de la humanidad es una historia de progreso. Hemos vivido muchas crisis, muchos retrocesos, muchos dramas y dificultades, pero a pesar de ello hemos progresado.
Ahora también va a ocurrir lo mismo; que nadie se deje llevar por un pánico que no tiene fundamento. La crisis es relevante, pero estamos en condiciones de superarla. La fragilidad de muchas cosas en las que creíamos y ahora vemos tambalearse no debe ocultarnos la realidad de unas bases sólidas sobre las que asentar la recuperación. No es, insisto, voluntarismo. Habrá
que hacer más, mucho más y mejor de lo que se está haciendo. Pero el pánico sólo dificultará la salida. Aun cuando suene a tópico vacío e inútil, no hemos de perder la confianza. Sobre todo la confianza en nosotros mismos, en nuestro sentido común. No hay motivo para el pánico. Nuestra historia nos dice que por esta vía siempre se fracasa.
Con sentido común, con prudencia y serenidad mucho mejor. ¡Calma!