viernes, 12 de junio de 2009

"El PP Saca la Lengua" Pilar Rahola (13/05/2009)

A estas alturas, me parece posible afirmar dos cosas. La primera, que Mariano Rajoy es un superviviente, capaz de resurgir de sus propias cenizas. Sin ninguna duda, del Rajoy cabizbajo y tiernamente consolado por su mujer que aguantó en solitario el chaparrón de la derrota al altivo Rajoy actual dista un sorprendente abismo. El primero era un político en su peor momento, trémulo aspirante a emular las nimias gestas de Hernández Mancha.

Los adversarios ya construían el puente de plata, y los propios se lamían los afilados incisivos, preparándose para la batalla del poder. Unos y otros, y todos juntos daban por finiquitada la carrera política del hombre que Aznar había puesto a dedo, ungido por el poder supremo de su liderazgo. Un hombre a la sombra de un líder, sometido al espejo de su fracaso, ese era Rajoy no hace tanto. Y de golpe, el gallego amable levantó la tez, soltó lastre, envió a unos cuantos aznaristas a la jubilación forzosa, entabló batalla con la cólera de Aguirre, se rodeó de caras nuevas y, para sorpresa de todos, se reinventó a sí mismo. Sin ninguna duda hoy no es el final del dedo de Aznar, sino el principio de su propio liderazgo, cuya voluntad por centrar el partido y no caer en las sutiles trampas ideológicas que le pone Zapatero parece tener éxito. Desde luego, nada tienen que ver mujeres avanzadas como Soraya Sáenz de Santamaría o Dolores de Cospedal con aquellos Acebes y Zaplana que recordaban a la España que persiguió a los afrancesados. La prueba más notable de la emancipación política de Rajoy es la desubicación severa que padece el antiguo líder, José María Aznar, cuyo único protagonismo pasa por intentar arañar algún titular diciéndola gorda."Sobrevivir es vencer", dice un viejo lema de la política, y desde luego Rajoy, sobreviviendo, ha vencido. Hoy es el líder de su partido, ha conseguido dominar a las fieras interiores, ha mantenido el pulso con Zapatero, no ha cometido demasiados errores y ha abierto las expectativas de éxito electoral. ¿Conseguirá, además de reinventarse a sí mismo, reinventar a la derecha española y transmutarla de vieja derecha rancia y antimoderna en derecha europea? Sin duda, en toda la biografía del PP, Rajoy es el líder más capacitado para conseguir esa transformación histórica. Lo es... si no vuelve a tropezar con la piedra catalana. Es decir, el nuevo PP puede mostrar signos inequívocos de transformación, presentar caras amables de jóvenes líderes, no caer en los debates ideológicos estériles, romper con siniestros aliados mediáticos, y hasta puede surfear por encima del debate sobre el aborto, sin ahogarse. Pero si no supera el discurso atávico de la fobia catalana y no deja de apuntarse al tiro al idioma, no conseguirá abrir ningún capítulo nuevo en su historia. Si el "problema catalán" siempre ha sido el talón de Aquiles de la historia de España, el "problema catalán" es, también, el talón de Aquiles de la derecha española. Y ese talón ya le ha hecho perder las elecciones a Mariano Rajoy, tanto como se las hizo ganar a Zapatero. ¿No aprenden de la última lección catalana? ¿No sabe Rajoy que fue Catalunya el factor diferencial que convirtió en presidente a Zapatero? Y ello ¿no le dice nada? Desde luego, no milito en el pensamiento único catalán, que considera al PP el padre de todos los demonios. En Catalunya, hablar contra el PP sale gratis y generalmente da dividendos. Pero más allá de estos discursos maniqueos que intentan convertir a los votantes del PP en "malos catalanes", es evidente que el discurso del PP, respecto a Catalunya, contiene altas dosis de agresividad. Uno no puede pasearse alegremente por Sant Jordi y mantener el indefendible recurso contra el Estatut en el Tribunal Constitucional. Uno no puede presentar a Alicia Sánchez-Camacho -que indiscutiblemente es una cara amable y moderna-, y luego apuntarse a la delirante campaña contra el catalán en las escuelas, propia de los sectores más rancios del ultranacionalismo español. Uno no puede dar la mano a Cambó y después querer comandar las tropas de la Brunete. Y no puede por varios motivos. Primero, por lo dicho: porque Catalunya es la prueba del algodón de una derecha transformada; sin aprobar la asignatura catalana, el PP no aprobará su propia asignatura. Segundo, porque un partido serio, que quiere gobernar un Estado, no puede asumir como propia la mentira y la propaganda. Las campañas contra el catalán intentan dar una imagen delirante de la convivencia en las aulas, yuna imagen tortuosa de Catalunya. En Catalunya no existe un problema lingüístico, más allá del imaginario de algunos voceros ultras. Y eso debe saberlo un partido importante. Y finalmente, por una cuestión obvia: apuntarse al tiro al catalán puede proporcionar algún estridente titular, pero es hambre electoral para mañana. Porque estos discursos de confrontación sólo dan votos a los más radicales del espectro electoral, de manera que Rajoy, con este tema, trabaja para que gane Rosa Díez. Lo dicho, pues, Mariano Rajoy parece un líder nuevo para una derecha nueva. Pero del parecer al ser la distancia se llama Catalunya. Y, de momento, aún distan muchos pueblos entre ambos verbos.

"El Grito de Somaly Mam" Pilar Rahola (14/04/2009)

Aunque nuestras pupilas de primer mundo pueden dilatarse unos instantes,quizás conmovidas por su relato, lo cierto es que se trata de una historia corriente. Una niña nacida en cualquier lugar de Camboya, una etnia pobre y vulnerable, una infancia en riesgo a los 14 años, su joven cuerpo esclavizado y prostituido durante años hasta que un hombre se enamora de ella y la rescata de un prostíbulo de Phnom Penh. De hecho, ha tenido suerte. Muchas de sus compatriotas son vendidas secuestradas a partir de los cinco años, para ser usadas como esclavas prostitutas. Se llama Somaly Mam, preside la organización camboyana Acción por las Mujeres en Situación Precaria Afesip), ha sido amenazada de muerte por las mafias, y su libro sobre la prostitución infantil, El silencio de la inocencia, publicado en el 2006 en Destino, es uno de esos gritos brutales que estallan en el corazón de la conciencia, y se quedan para siempre. Pero como ella misma cuenta, su historia no es la peor, porque la mayoría de esas niñas no salen del infierno. Estas son sus propias palabras: “Le contaré la historia de Tomdy. Tenía ocho años cuando su hermana la vendió como esclava doméstica. Sus amos le pegaron tanto que se escapó y volvió a casa. Su hermana la volvió a vender a un burdel donde vendieron su virginidad durante una semana, luego la cosieron y la volvieron a vender como virgen, algo que recordaba con horror.
Pasó tres años en burdeles obligada a atender a quince clientes al día. Un cliente borracho pasó toda una noche golpeándola y no quiso pagar arguyendo que ella le había robado. La castigaron
metiéndola en una jaula. Cuando ya estaba inservible, con sida y tuberculosis, el proxeneta la abandonó en la calle. La recogí con once años y me la llevé a casa. Estaba destrozada, sólo sobrevivió cuatro años. Yo la quería muchísimo, la sentaba sobre mis rodillas y la acariciaba.
¿Por qué ahora que tengo una madre, que puedo ir a la escuela, debo morir?”. Confieso que no sé cómo continuar. Después de transcribir la historia de Tomdy, ¿cómo relatar el quiebro que siento? Quería dar los datos de prostitución infantil que, según Unicef, hablan de más de dos millones de niñas prostituidas. Quería explicar cómo empiezan a ser vendidas con cinco o seis años, niñas de Nepal, de Camboya, de Vietnam, de India, algunas compradas por jeques para uso personal, otras repartidas por los miles de burdeles de la zona. Quería recordar que, entre sus clientes, son millones los ciudadanos del primer mundo, muchos de ellos gente de orden, padres
de familia, hombres de bien. Ni tansólo necesitan una tarjeta oro para comprar una niña. Quería explicar cómo mueren en las calles de Bombayo Calcuta, después de ser consideradas inservibles.
Quería hablar del auge de la pornografía infantil, que mueve sus redes con extraordinaria rapidez, y que, según Ecpat ha colocado a México en el segundo lugar de este siniestro ranking. Quería
decir que esta lacra brutal, que destruye a millones de niños en el mundo, nunca forma parte de las cumbres internacionales, no está en las agendas geopolíticas, no conmueve a las almas sensibles del G-20, no existe en las pancartas de los ruidosos que protestan, no llena los titulares de la prensa y prácticamente nunca habita en ningún rincón de nuestra conciencia. Millones de niños
que gritan sin voz, desde los sórdidos rincones donde son vejados, prostituidos, golpeados, violados, usados para gozo de personas que están ahí, abusando de ellos, porque pueden pagarlos. Quería hablar de su dolor, de mujeres como Somaly, quería hablar de nuestro silencio. Pero la historia de Tomdy me ha dejado seca de palabras, hueca, vacía de sentido. Cualquier palabra sobra, porque su historia, que es la historia de miles niñas, lo dice todo, lo es todo, lo grita todo. La cuestión es, ¿cómo es posible que no oigamos su grito?

"Un Sueño" Miquel Roca Junyent (14/04/2009)


Yo también, como otros muchos, he tenido un sueño... en la televisión, aparecía un personaje,con significativa responsabilidad en el país. Pronunciaba en un tono moderado, pero convencido, un discurso dirigido a todos los ciudadanos. Describía la situación con términos reales y comprensibles; no ocultaba la profundidad de la crisis. La relataba sosegadamente, sin adjetivos ni dramatismos, pero su mensaje expresaba preocupación e inquietud. Lo que está pasando, nos decía, es grave. Pero, acto seguido, el personaje hacía un prolongado punto y aparte para afirmar
con rotundidad y convicción que saldríamos de la crisis. En esta fase de su discurso, el protagonista del sueño, ganaba en credibilidad por su propio entusiasmo. No se veía voluntarismo, se notaba la confianza. Serán necesarios muchos esfuerzos y sacrificios; no será fácil, nos decía.
Pero ganaremos este reto de una crisis que nos obligará a todos a cambiar objetivos y comportamientos. Pero, insistía, saldremos reforzados de esta situación si todos ponemos de nuestra parte el compromiso que nos corresponde. Yo solo no podré conseguirlo, señalaba, y por eso reclamo, solicito, imploro, decía, vuestra complicidad. La necesito. Era emocionante. Hablaba de cómo debíamos aprender a ser competitivos en un mundo global; que la prioridad estaba en la formación, en el reciclaje, en la investigación y el desarrollo tecnológico. Que debíamos abandonar los liderazgos humillantes que habíamos asumido en fracaso escolar o en mala calidad de nuestro
sistema educativo; que se proponía resolver, de una vez por todas, la situación de la justicia, asumir los retos de una España plural encallada en un desarrollo torpe, tímido y acomplejado del mandato constitucional de construir un Estado autonómico. Se dirigía a los agentes económicos
y sociales para apelar a su responsabilidad, pero advirtiendo que él no podía declinar la suya. Allí donde no lleguen ustedes, decía, deberá llegar la acción pública que el interés general impone. Al final, pausado, decía que no éramos el país más importante del mundo, ni el segundo o el tercero. Nos invitaba a construir un futuro digno, próspero y en libertad para todos. Será así, finalizaba, como queremos ser importantes en el mundo. Pero sólo ha sido un sueño. ¿O no?